La verdad no sabía qué estaba haciendo ahí.
Ella siempre me había intrigado de una forma que no entendía; era igual a cualquier persona y aún así me podía mantener tan alerta que verla dormir toda la noche era lo más fascinante que hubiera hecho en mucho, mucho tiempo.
Su existencia estaba siendo consumida por aquel ladrón de almas y ni siquiera se percataba de ello; al contrario, pasaba el tiempo como si ella fuera eterna. Ofreciendo su humanidad a todo aquel que lo necesitara, incluso aunque ellos no lo quisieran.
Y a pesar de eso, se le marginaba por algo que no podía controlar: existir (Eso mas bien estaba en mis manos).
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